Por si en este momento no te apetece leer…

“Déjame que te cuente, que una vez soñé…”

Que estaba en un lugar siniestro donde reinaba el caos. Era una noche fría, estaba oscuro y apenas podía oír. Pero se oían murmullos, así que seguí las voces entrecortadas, caminé dando tumbos hasta que llegué a un cuarto, todavía más oscuro.

Encendí la luz y descubrí que todos mis miedos estaban allí, en aquel velatorio. Todos excepto uno. Estaba al fondo del pasillo. Era gris, metálico. Su rostro no tenía expresión. Y allí estaba yo, paralizada, espectadora de aquel horrible renacer.

Cuando vi caminar hacia mí a aquel monstruo de acero pensé que nunca es tarde para morir. Más el instinto de supervivencia fue más fuerte que yo, y me enfrenté a él. Visto y no visto.  De un empujón lo metí en aquel cuarto oscuro  donde estaban mis miedos, cerré con fuerza la puerta y huí.

Comencé a correr como alma que lleva el diablo. Corrí y corrí, intentando alejarme de tanto horror.

Entonces escuché a la soledad que me llamaba y sin parar de correr giré el rostro, no me detuve. Mi carrera había comenzado y no parecía tener fin. Más los gritos de aquella señora, que quería proteger mi abatimiento mientras corría tras de mí, se hicieron insistentes e inaguantables, así que me detuve. Con la respiración entrecortada la escuché: reproches y más reproches… Su enfado crecía a la vez que mi resistencia menguaba.

Pero de pronto vi como a lo lejos se acercaban dos figuras. Era la fuerza que traía consigo la esperanza, juntas caminaban hacia nosotras.

La soledad al darse cuenta se volvió, y acercándose a ella, la abrazó con cariño. Y yo… yo pude verla. La fuerza, al sentirse observada reparó en mí, y desdibujando aquel abrazo, se acercó con una sonrisa.

La miré a los ojos, eran verdes, muy bellos, estaban tan  llenos de amor, que me dejé envolver, y entonces… entonces, COMPRENDI.

Lágrimas de felicidad corrieron por mi rostro.

“Y colorín, colorado, los sueños a veces, no son olvidados…”

Autora: MGG