Por si en este momento no te apetece leer…
“Déjame que te cuente, que hubo una vez…”
Una gran explosión de supernovas en el universo. Millones de cachitos de estrellas se dispersaron por él y formaron los planetas.
Tiempo después, en un planeta llamado tierra, una estrella muy brillante cayó en el bosque y se deshizo en trocitos muy pequeños.
No muy lejos del lugar, vivía una curiosa familia que creía en la magia. Al sentir el tremendo impacto se acercó, y al ver los trocitos de estrella dispersos por la zona, los recogieron y los llevaron a casa. Los trocitos eran tan brillantes que decidieron darles vida. Y con mucho cariño y dedicación, crearon con ellos una preciosa perrita dálmata, a la que llamaron “Dulzura”.
Dulzura, era increíble. Tenía la cabecita negra y blanca, y su cuerpo estaba cubierto de manchas.
Dulzura creció y se convirtió en la perrita más encantadora del lugar. Era alegre y divertida, muy cariñosa, siempre saludaba a todo aquel que se acercaba con grandes lametones de felicidad. Sí, sí, como te lo cuento, cada vez que alguien se sentía triste o solo, ella se acercaba moviendo su bonito rabo, y con su lengua, le llenaba la cara de amor. Nadie se sentía solo ni perdido a su lado. Dulzura, como estaba hecha de polvo de estrellas, tenía un brillo especial. Ella no lo sabía, pero por donde pasaba iluminaba todo a su alrededor.
Un día conoció al Amado, y aunque no era dálmata, ella supo ver en él su luz. Fue amor a primera vista. Ambos se miraron y se reconocieron, y decidieron crear juntos una bonita familia. Y lo consiguieron, ¡vaya si lo consiguieron! En cuanto llegaron “Ninfa” y Talismán”, la familia quedó completa. Ninfa, era tranquila como su padre y Talismán, un terremoto como su madre. Ambas eran un regalo para los papás.
Fueron muy felices…
Dulzura despertaba al amanecer y colmaba de amor los corazones de sus pequeñas. No había día sin risas, no había día sin juegos, sin mimos ni caricias.
Un día Dulzura, con mucha prisa, tuvo que volver al universo. Su luz aquí en la tierra empezó a parpadear amenazando apagarse para siempre. Todos lloraron su inevitable partida. El Amado, Ninfa y Talismán la iban a echar mucho de menos… pero a la vez sabían, que sólo tenían que aprender a tenerla de otra manera. Pues ella estaría presente cada día, en cada rayito de sol, en cada brisa de aire, en cada gota de lluvia. Habitaría por siempre en sus recuerdos. Y en sus corazones, siempre estaría su luz, alumbrando sus caminos.
¿Te cuento un secreto? Esta es la magia de la VIDA. La luz, siempre brilla más en la oscuridad, y no olvidemos que Dulzura, tenía mucho brillo. Ella era… polvo de estrellas…
“Y colorín, colorado… los cuentos, nunca son terminados”
Autora: MGG
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