La tristeza y la furia

Mon

26 de abril de 2021

Por si en este momento no te apetece leer…

“Déjame que te cuente, que hubo una vez…”

Un reino encantado donde los hombres no podían llegar, o tal vez, donde los hombres transitaban eternamente sin darse cuenta…

Cuentan de este reino mágico, donde las cosas tangibles se volvían concretas, que había una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores y donde las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente.

Una mañana soleada, se acercaron a bañarse a ese estanque mágico, haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia. Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos entraron al estanque.

Al rato la furia, con mucha prisa y sin saber muy bien por qué, se bañó rápidamente y más rápidamente aún, salió del agua. Y como la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, desnuda y apurada como siempre, se puso la primera ropa que encontró al salir. Y sucedió que esa ropa no era la suya, si no de la tristeza. Y así vestida de tristeza, la furia se fue.

Muy calmada y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin tener conciencia del paso del tiempo, con pereza y lentamente, salió del estanque.

Al llegar a la orilla se encontró con que su ropa  no estaba. Y como bien sabido es de todos, a la tristeza no le gusta quedarse desnuda, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.

Desde entonces, en aquel reino, cuentan que muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero que si te das el tiempo suficiente para mirar bien, descubrirás que bajo ese disfraz, se encuentra la tristeza.

“Y colorín, colorado… los cuentos, nunca son terminados”

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