La zanahoria, el huevo y el café

Mon

6 de marzo de 2022

Por si en este momento no te apetece leer…

“Déjame que te cuente, que hubo una vez…”

Una joven, hija de un viejo hortelano, que se quejaba constantemente sobre su vida y sobre lo difícil que le resultaba ir avanzando. Estaba cansada de luchar y no tenía ganas de nada; cuando un problema se solucionaba otro nuevo aparecía y eso le hacía resignarse y sentirse vencida.

Estando un día en plena queja, el hortelano la interrumpió y le dijo:

-Hija mía, acompáñame a la cocina y déjame enseñarte algo.

La joven cabizbaja obedeció a su padre y ambos entraron en la vieja cabaña.

El hortelano llenó tres recipientes con agua y los puso al fuego. Cuando el agua comenzó a hervir colocó en un recipiente una zanahoria, en otro un huevo y en el último vertió unos granos de café.

-Ahora tenemos que esperar veinte minutos -le dijo a su hija.

Cuando pasaron los veinte minutos, el hortelano apagó el fuego. Sacó la zanahoria y la colocó en un platito. Luego sacó el huevo y lo colocó en otro. Finalmente, coló el café.

Miró a su hija y le dijo:Hija mía, ¿qué ves?

Una zanahoria, un huevo y café. Fue su respuesta.

-Acércate un poco más y toca la zanahoria.

Ella lo hizo y observó que estaba blanda.

-Coge el huevo y rómpelo -le dijo su padre.

La joven le quitó la cáscara y vio que estaba duro.

-Y ahora prueba el café -le dijo de nuevo.

Y ella lo hizo. Tomó una tacita y sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.

Cuando se tomó el café, le preguntó de nuevo a su padre.

-Pero ¿Qué significa esto, papá?

Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: Agua hirviendo. Pero cada uno de ellos había reaccionado de forma diferente.

La zanahoria llegó al agua fuerte y dura, pero después de estar veinte minutos hirviendo se había vuelto débil y fácil de deshacer.

El huevo había llegado al agua, frágil. Su cáscara fina protegía su interior líquido, pero después de estar en el agua hirviendo, su interior se había endurecido.

El café en cambio era único. Después de estar veinte minutos en agua hirviendo, él había cambiado el agua.

-¿Cómo quieres ser tú, hija mía?

La zanahoria parece fuerte pero cuando la adversidad y el dolor le tocan, se vuelve débil y pierde su fortaleza.

El huevo comienza con un interior maleable que se vuelve duro y rígido aunque por fuera parezca el mismo. Por el contrario, el café es capaz de cambiar el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto máximo de ebullición, el café alcanza su mejor sabor.

-Hija mía, cuando las cosas se pongan mal, ¡reacciona! Cree en ti y harás que las cosas a tu alrededor mejoren.

La hija del hortelano, emocionada, abrazó a su padre. Había entendido la lección. Y en ese momento, eligió: ser café.

“Y colorín, colorado… los cuentos, nunca son terminados…”

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