La piedra blanca

Piedra Blanca

Mon

30 de agosto de 2020

Por si no te apetece leer

«Déjame que te cuente que hubo una vez…»

… una playa donde las olas del mar arrastraron una preciosa piedra blanca. Era una piedra muy hermosa, blanca y reluciente.

Cuando amaneció, la piedra blanca  descubrió que estaba en un entorno oscuro rodeado de grandes piedras negras, pero no le importó demasiado.

Estaba feliz dejándose acariciar por las olas del mar, cuando de pronto, escuchó a su espalda:

– ¿Qué hace esa aquí?

La piedra blanca se volvió y vio allí una gran piedra negra que la miraba muy enfadada.

– ¿Se puede saber qué haces en nuestra isla? Aquí no hay lugar para piedras como tú.- Le espetó. ¿Acaso no lo ves? – Le dijo señalando a su alrededor.

La piedra blanca observó a su alrededor y vio como todas las demás piedras asentían y la miraban con cara de pocos amigos.

– ¿Por qué os molesta que esté aquí? – dijo, con valor, – Yo no os he hecho nada malo.

– ¡No te queremos aquí! ¿Es que no lo entiendes? ¡Fuera! – gritaron, amenazándola.

Entonces, se oyó bramar con fuerza:

– ¡Yo soy vuestro padre! ¡Y jamás os he enseñado esto!

El que había hablado era el volcán de la isla, que había presenciado todo.

– ¿Acaso pensáis que por ser de diferente color no siente como vosotras? – continúo, enfadado con sus hijas.

– Entre vosotras hay piedras grandes, gordas, pequeñas, finas, con aristas y redondas. ¿Por qué no puede haber piedras blancas?

Las piedras negras, pensativas, se fueron alejando por diferentes lugares de la isla para reflexionar…

Esa misma tarde, el volcán echó por su cráter nuevas piedras, y las recién nacidas, enseguida empezaron a jugar con la piedra blanca sin importarles su color.

Al ver aquello, las piedras negras se dieron cuenta de que no habían visto en su vida una piedra blanca y simplemente, la repudiaron por ser diferente a ellas. Arrepentidas y tristes por su actitud, se acercaron a ella y le pidieron perdón.

Desde entonces, se rumorea, que la isla creció y se expandió. Se hizo famosa por la variedad y riqueza de todas sus piedras.

Y colorín, colorado,

Los cuentos nunca se dan terminados…

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